La estantería que albergaba los libros que estaba ojeando, en la biblioteca del Reina Sofía, se extendía por todo el lateral de la sala. En paralelo a ella se extendía, a escaso metro y medio de distancia, una especie de resalte, también de madera, a modo de banco, en el que iba dejando abiertos algunos de los libros que consultaba, para poder comparar los textos. Algunos de ellos afirmaban que era conocida la tendencia de Picasso a introducir cierta ambigüedad interpretativa en sus obras. Otros afirmaban que Picasso huía de los clichés y de su utilización para expresar lo evidente. Estos y otros comentarios me indujeron a pensar que, por más compleja como ya era mi interpretación del Guernica, aún podía serlo más, pues ni había analizado en detalle muchos de los personajes y elementos del cuadro, ni había estudiado a fondo las otras 62 obras del Legado Picasso de 1981. Sorprendía la cantidad de obras del Legado Picasso de 1981 dedicadas a representar exclusivamente una cabeza. Las había de todos los tipos: de hombre, de mujer, de toro, de caballo, de minotauro, y hasta indefinibles, unas serias, las más aterrorizadas. Jamás había visto tantas y tan extrañas cabezas juntas. En la guerra todos pierden la cabeza. Las cabezas de las bombas vuelan y hacen volar por los aires las cabezas humanas. Y así las retrató Picasso, con su
imaginación, que también hace volar las cabezas, pero para bien. MARIANNE Seguí consultando libros sobre el Guernica. Por más que busqué no conseguí dar con ninguno que hablara de la mujer recostada a los pies del mural. Aquella mujer (1) en espíritu parecía no existir para nadie más que para mí. Mientras estaba sentado en el resalte frente a la estantería, rodeado de libros, concentrado en los que tenía a mi izquierda, analizando en uno de ellos una de las obras del Legado Picasso de 1981, sentí un aroma fresco, a selva virgen, sutil y seductor. Llegaba desde mi derecha, a mis espaldas. De repente su intensidad creció y cayó sobre mí como una catarata. Al girar y alzar la cabeza vi a una chica a mi lado, de pie, ligeramente inclinada hacia delante, mirando desde su atalaya el lío de libros a mi alrededor. Quedé absorto ante la belleza de aquella visita inesperada, ante aquella mujer de rasgados ojos negros y largas pestañas, de nariz recta y labios delicados, de cuello largo y melena morena rizada, recogida coquetamente con un lápiz. Su perfil me recordó el de Nefertiti 1460, el mismo perfil que 1460 Büste der Königin Nofretete (Imperio Nuevo, 18ª Dinastía, hacia 1340 a. C.; piedra caliza, yeso, cristal y cera; Amarna; 50 cm de altura), Ägyptisches Museum und Papyrussammlung Berlin