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reconociendo el valor artístico de tal simbolismo, lo proyectara en el Guernica. Sin duda, Picasso pintó los ojos con toda la intención del mundo. Bastaba con fijarse en los ojos de los cuatro personajes de mayores dimensiones en la parte superior del Guernica, pares de ojos colocados casi equidistantes sobre la línea recta imaginaria que los unía a todos ellos. De hecho, la línea pasaba por los ojos de los cinco personajes de la parte superior. Yendo de derecha a izquierda, la línea imaginaria comenzaba en los ojos de la mujer en llamas, pasaba por los ojos del personaje en la ventana, continuaba su trayecto atravesando los del caballo para luego pasar por los del ave y finalmente llegar a los del toro. Para comprobarlo me bastó con cerrar mi ojo izquierdo e interponer, entre mi ojo abierto y el Guernica, el lomo del libro, a cierta distancia. El lomo unía los ojos de los cinco personajes. Cuál no sería mi sorpresa cuando, al ladear un poco el lomo, vi que otra línea recta unía los ojos de otros cuatro personajes, uno de ellos muy especial: yendo de derecha a izquierda, la línea comenzaba en los ojos de la mujer en llamas y pasaba por los ojos del personaje agachado; y luego pasaba por el ojo de la mujer tendida de costado a los pies del Guernica; y finalmente llegaba a los ojos del niño. Esta línea apoyaba la existencia de la gigantesca mujer tendida a los pies del Guernica, pues identificaba

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su ojo. Pero esto no era todo: también existía cierto paralelismo en la composición, entre los ojos de los personajes. Para darse cuenta bastaba con seguir a la vez las dos líneas rectas imaginarias que salían de los ojos de la mujer en llamas: primero, las líneas llegaban a los ojos del personaje en la ventana y del personaje agachado, que quedarían unidos en vertical por otra línea imaginaria, algo inclinada hacia el noreste; luego, las líneas llegaban a los ojos del caballo y de la mujer tendida, que quedarían unidos por otra línea imaginaria, paralela a la anterior; y, por último, las líneas llegaban a los ojos del toro y del niño, que quedarían unidos por otra línea imaginaria, paralela a las otras dos, línea que además pasaba por la cabeza de la mujer con el niño; la cabeza del hombre en el suelo se caía de la línea inferior, pero aun así sus ojos admitían ser unidos con los del ave. Y aún se sugería otra línea recta que unía los ojos de otros tres personajes: la línea iba desde los ojos del toro hasta los del hombre en el suelo, pasando por los de la mujer con el niño en brazos. Picasso no dejó un cabo suelto; llegó incluso a unir .en una línea del todo significativa. las orejas de tres personajes, uno de ellos muy especial: la línea salía de la oreja de la mujer en llamas, pasaba por la oreja del personaje agachado, continuaba por la punta de la lanza, pendiente romboidal en la oreja izquierda de la misteriosa mujer tendida a los pies

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