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significación. El espectador tendría una sensación extraña, quizá de gozo, por la belleza de la composición, quizá de tristeza, en sintonía con los rostros y el estado del hombre malherido, o quizá de insatisfacción, por intuir que no está captando al completo el mensaje que el autor quiso imprimir en la obra. SEGUNDO NIVEL DE SIGNIFICACIÓN »En el segundo nivel de significación se completa la interpretación de las formas y colores a través de relaciones que suelen ser sociales, culturales, históricas, religiosas, de patronazgo o de ámbito privado. El pintor dota a cada representación de un estado físico y psíquico que permite al observador con conocimientos suficientes establecer las relaciones. El hombre malherido es Jesús, la mujer desmayada es su madre, María. Es a este nivel donde se asocian los personajes del cuadro con los personajes bíblicos, y el observador conocedor de la tradición cristiana determina que la escena representa el Descendimiento. Los pequeños adornos que cuelgan de las tracerías son ballestas y están relacionadas con la historia del cuadro, pues hacen mención al patronazgo. La información que permite identificar a Jesús es del mismo nivel que la que permite asociar las ballestas con el gremio de ballesteros. Se da una percepción incompleta de este nivel cuando no se logran establecer

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relaciones para todos los personajes o elementos de la composición. Esto ocurriría por ejemplo si se tuviera un conocimiento mínimo de la tradición cristiana y no se pudiera identificar más que la figura de Jesús, o si se desconociera que el cuadro fue un encargo de un gremio de ballesteros y por tanto no se pudiera establecer la relación que liga las ballestas con ese gremio. TERCER NIVEL DE SIGNIFICACIÓN »El tercer nivel de significación se utiliza para asociar a las formas y colores significados adicionales. En el tercer nivel se crean símbolos que introducen ideas y sentimientos propios del artista, y que van más allá de la realidad de la imagen. Este nivel no es necesariamente el primero que surge en la mente del pintor. Sin embargo, una vez que lo hace, condiciona totalmente la obra, o la parte de la obra a la que afecta, ya que, para que pueda inferirse el símbolo de la sola contemplación de las formas y colores, estas se han de pintar atendiendo a unas pautas estrictas que permitan la percepción de tal simbología. Lo habitual es que el símbolo influya en la concepción de la obra desde su inicio y sea la razón que impulsa al artista a iniciar el proceso creativo; de ocurrir en una etapa avanzada podría implicar cambios sustanciales en la composición. Es este nivel el que ofrece al artista la posibilidad de navegar sin ataduras por el tiempo, de

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