de aquel gigantesco y enigmático lienzo poca ayuda iba a recibir. Con esta sensación de desamparo me giré hacia el Guernica, que más que un cuadro ya empezaba a parecerme un indescifrable jeroglífico 84. Fue entonces cuando, al mirar de nuevo el enorme mural, quedé perplejo: «¡Ahí hay una mujer!», dije para mí; «¡Ahí hay una mujer!», repetí mentalmente, absorto en la contemplación, sin salir de mi asombro. Sin entender el cómo ni el porqué, como en un repentino ataque de pareidolia 85, ahora veía claramente una cabeza (1) 86 de mujer en el mismo centro del lienzo, e incluso reconocía su cuerpo, tumbado sobre su costado derecho, a los pies del Guernica. Veía sus largas pestañas y el bello y recto perfil de su nariz, bajo el recto del caballo; y su curva barbilla y su cuello, en el vientre del equino; y su morena y estilizada melena, en la grupa y cuartos traseros, y en el pecho; y su gracioso pendiente, en la puya, sujeto al lóbulo izquierdo; y el palo de garrocha con el que se recogía el pelo. Veía perfectamente sus senos y cadera, y el pelo de su pubis, y la silueta de su pierna, graciosamente flexionada en la sombra… Veía incluso cómo esa 84 intereconomia 85 wiki:[1 2 3 4 5] elmundo:[1 2] elpais abc:[1 2] intereconomia google:[web:[1 2 3 4 5] imágenes:[1 2 3 4 5]] bbc:[inglés español] larazon 86 #ahsLPGc1 #ahsPICASSOguernicaC1
extraña y gigantesca mujer abrazaba amorosamente, con la pata del caballo, al hombre cuya cabeza y brazos yacían en el suelo 87. Incluso el cuello y la cabeza del caballo me parecieron graciosa peineta sujeta al cabello con la vara de picar. Y hasta su brazo derecho parecía fundirse en la sombra con el brazo izquierdo del hombre en el suelo. La Muerte, cual novia morena 88, abrazaba con sus pechos al jacinto 89 y con sus brazos al guerrero 90, y le cantaba sus amores. 87 Jeremías 31, 22 vatican:[español latín] latinvulgate biblos 88 youtube 89 wiki 90 wiki:[Soldadito español Jacinto Guerrero] youtube Algo confuso, pero al mismo tiempo complacido por aquella sorprendente visión, di por concluida mi visita al museo, no sin antes finalizar el recorrido de esta planta visitando las salas con pinturas surrealistas. Y, al acabar, partí hacia el Museo del Prado. EN EL PRADO Bajé por la calle Atocha, crucé el paseo del Prado y entré al museo por la puerta más cercana, la que llaman de Murillo. Me hice con un plano y recorrí la planta baja hasta llegar al otro extremo del museo.